El mundo tal y como lo conocíamos cambio. Radicalmente. De la noche a la mañana, de un plumazo.
Lo que nos parecía normal, lo cotidiano, lo rutinario, aquello que dábamos por hecho que siempre estaría ahí, dejó de estarlo. Descubrimos la fragilidad del ser humano y de todo su mundo. De repente, los abrazos se fueron, los besos, el apretón de manos, las caricias, desaparecieron. Ahora están las mascaras el aislamiento, la lejanía, el rechazo al contacto, el acercamiento, el tú y yo, se fue. Y de repente..., comenzamos a darnos cuenta de lo que es realmente importante en la vida, cuales son nuestras prioridades y nuestras verdaderas necesidades. Lo superfluo quedó atrás, y nos damos cuenta que la unión, el amor, la solidaridad, el compartir, el arriesgarse para ayudar a otros, el compañerismo, el servicio desinteresado, el gesto amable, el poder sacar una sonrisa, el dejarle saber al otro que no está solo, es lo que llena nuestros corazones y el de aquellos que lo reciben. Hemos descubierto que la madre tierra, renace cuando nosotros nos ocultamos, y que al igual que nosotros, necesita de nuestros cuidados y nuestro respeto, y que los animales, cuando no estamos, salen a la calle recuperando el espacio que un día les quitamos. La vida nos está ofreciendo la gran oportunidad de que seamos capaces de hacer un mundo mejor donde poder habitar desde una conciencia mayor y más evolucionada. ¿Seremos capaces de aprovecharla?
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AuthorDejo que sea el corazón el que guie mis pasos.. ArchivesCategories
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